Para poder entender las cartas es necesario lejarse de la vida »práctica« y derrotar la fea luz que no permite ver el esplendor tierno del caos y de lo que no tiene legitimación práctica. El aspecto romántico de las cartas es muy más grande que todo lo demás. Hay unos pensamientos públicos que nos dicen que sería una carta, pero solo ven el sobre y las hojas, quizá las informaciones pero nada más. Por un lado nos dicen que el hombre tenga alma, pero por el otro que las cartas no. Es un crimen contra la emoción, contra la sensación, en el último aspecto es un crimen contra sí mismo... Por eso dejamos de derrotar correos privatizándolo (tal como privatziación se pudiera utilizar sinónimamente a derrota en general, pero no es éste el espácio adeguado para hablar de eso). Cada carta es un regalo santo, un misterio sin igual. ¡Busquen magía y la encontrarán!
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